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Melena lisa y teñida de colores llamativos, ropa ancha y unisex y poco o nada de maquillaje. Uno de los ejes que conforman el éxito mundial de Billie Eilish parte también de su imagen. A la artista –que anoche actuó en el Palau Sant Jordi de Barcelona , y hoy actúa en el WiZink Center de Madrid, donde ha agotado todas las entradas– le gusta jugar con el feísmo a través de una estética transgresora y underground.
Eilish no busca agradar y es consciente de que su estilo irreverente genera más críticas que alabanzas. La artífice de Bad guy ha declarado en varias ocasiones que tanto en la música como en las personas, el concepto de género le parece algo “absurdo y desfasado”, de ahí que todo su vestuario sea unisex. Su estética está compuesta por prendas deportivas, pantalones cargo, camisetas y sudaderas anchas decoradas con grafitis u personajes de cómics y un gran arsenal de sneakers de colores.
El vestuario de Eilish está compuesto por prendas deportivas y piezas personalizadas de firmas de lujo
Sus más de 36 millones de seguidores en Instagram nunca la verán con un vestido o con una silueta ceñida. “No quiero que todo el mundo sepa todo sobre mí, por eso llevo prendas holgadas. Nadie puede opinar porque no han visto qué hay debajo. Nadie puede decir ‘está muy delgada’, ‘no lo está’, ‘tiene el culo plano’ o ‘lo tiene gordo’”, explicó en un anuncio que protagonizó para Calvin Klein.
Su estilo de vestir no sólo genera fascinación entre las nuevas generaciones, sino que las marcas de moda llaman a su puerta para conseguir que vista alguna de sus prendas. Nike, The North Face y Adidas son algunos de los logos que aparecen en las fotografías de sus estilismos que ella misma comparte en su perfil de Instagram. De hecho, recientemente la artista ha colaborado con Bershka para lanzar una colección cápsula que ha fascinado a todos sus fans. Pero a esta moda más asequible también se le suman firmas como Louis Vuitton, Chanel, Balenciaga y Gucci.
A el lujo le gusta Billie Eilish, a pesar de que juegue con él siguiendo sus propias normas. Es decir, la artista hace con sus prendas una “customización irónica” y convierte algo supuestamente bello y de buen gusto con algo feo e, incluso, hortera. “Me gusta poder expresarme con la ropa. Dibujaré en mis zapatos, le daré la vuelta a mi camisa o me cortaré los pantalones”, declaró en TeenVogue.
Pero las firmas que llegan hasta su camerino van más allá del lujo y las marcas convencionales. A Eilish le gusta dar a conocer diseñadores emergentes y nuevos talentos, así como colaborar con artistas para que le personalicen las prendas y las conviertan en piezas únicas y difíciles de imitar. Durante su actuación en el Coachella de este mismo año, la cantante apareció sobre el escenario con un conjunto de dos piezas denim customizado a partir de un diseño en blanco de Louis Vuitton, momento en el que volvió a dejar claro su pasión por la logomanía. La camiseta interior contaba con dibujos anime y las gafas de sol eran de la firma Oakley.
El mérito, sin embargo, no es todo para Eilish. Samantha Burkhart fue la responsable de aquel estilismo y de prácticamente todos los que luce sobre el escenario. Referente de cabecera, Burkhart es también la estilista de Rosalía, Kesha y Sia, entre otras artistas, y todo lo que toca se convierte en oro. Su éxito se basa en la mezcla de “piezas icónicas de diseñadores vintage con moda más contemporánea y actual” y su objetivo es “ayudar a los artistas a expresarse visualmente”. Con Billie Eilish apostó fuerte por la moda urbana y prácticamente sin esfuerzo ha hecho de ella el nuevo icono de estilo de la generación Z.
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