El presidente del país recomienda "lavarse las manos con vodka... y beberlo"
Toda la Galia está ocupada por los romanos. ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada con irreductibles galos resiste todavía al invasor". La introducción de todos los cómics de Astérix y Obélix,de luto por el reciente fallecimiento de su coautor Albert Uderzo, bien podríaservir para introducir lo que es, en estos días, la Liga de Bielorrusia. La Vysheyshaya Liga, nombre oficial del torneo nacional de la exrepública soviética,es la única de las 54 Ligas que tiene la UEFA que se sigue disputando en la actualidad, después de que el coronavirus obligara a la suspensión del resto.
"En Bielorrusia sigue todo abierto:empresas, colegios, centros comerciales...por lo tanto, es normal que las competiciones deportivas más importantes -hockey hielo, balonmano y fútbol- sigan su curso normal. Al final, hay las mismas personas en un estadio para ver un partido de nuestra Liga que en un vagón del Metro", explica a MARCA Yury Dounar, director de www.pressball.by, el medio deportivo más importante del país.
Los 'remedios' presidenciales
Con menos de 100 casos detectados y ningún fallecido según los datos oficiales -"nadie se cree estas cifras", nos confiesa Yury Dounar-, Alexander Lukashenko, primer y único presidente bielorruso desde que el país se separó de la URSS en 1991, ha recomendado a su población que se lave las manos con vodka, la bebida por excelencia de la antigua URSS. "Además no sólo deberían lavarse con vodka, también beber 40 o 50 mililitros cada día, así como ir a la sauna dos o tres veces por semana". Además, afirmó:"La gente está trabajando con los tractores y nadie habla del virus. Los tractores les sanarán, pues el campo sana todo".
Sobre el terreno de juego, los futbolistas se llevan la peor parte. El albano Elis Bakaj, futbolista del Dinamo Brest, confiesa a MARCA la rara situación:"Sabemos que no es fácil jugar ahora, pero debemos ser profesionales incluso sabiendo que podemos estar en peligro. Antes de cada partido tenemos que pasar varios tests del coronavirus y nos toman la temperatura cada dos días". William, defensa del Ruh Brest , fue más claro:"Estoy asustado. Cuando se acaba cada partido siento como si estuviera infectado. Deberían parar la Liga".
Sabemos que no es fácil jugar ahora, pero debemos ser profesionales incluso sabiendo que estamos en peligro"
Elis Bakaj, futbolista del Dinamo Brest
Pese a todo, según afirma Yury Dounar, la situación actual "es excepcional" para el torneo bielorruso:"El campeonato ha aumentado exponencialmente su audiencia y sus derechos se han vendido estos días a medios rusos, ucranianos, israelíes, serbios, croatas... Y también hay muchos representantes que han puesto sus ojos en nuestro campeonato. Hay que tener en cuenta que el fútbol bielorruso no tiene la capacidad para generar dinero, así que, por primera vez en la historia, ¡nuestro fútbol nacional puede ganar dinero!"
Recuerdos de Chernóbil
Esta situación de normalidad pese a la gravedad, recuerda al episodio ocurrido en abril de 1986, cuando explotó la central nuclear de Chernóbil, a 17km de la frontera de Ucrania con Bielorrusia.
"Entonces el estado también se comportó como si no pasara nada y mantuvo incluso las fiestas nacionales del 1 de Mayo. Ahora el gobierno ya está preparando un gran desfile nacional para el 9 de mayo en honor de la victoria en la II Guerra Mundial, la misma actitud que entonces", afirma Yury.
Tras aquel desastre nuclear, 800,000 bielorrusos sufrieron los efectos del 70% de toda la contaminación nuclear que salió de la planta de Chernóbil, siendo el país más afectado por el accidente. ¿A qué juega ahora Bielorrusia?
Las excepciones mundiales: la Liga de Nicaragua... y la Copa de Burundi
Con un planeta 'encerrado' en casa, el fútbol ha pasado a un inusual segundo plano. Sin embargo, además de la ya contada Liga bielorrusa, existen dos torneos oficiales en todo el mundo que siguen en pie:la Liga de Nicaragua y la Copa del Presidente de Burundi. Además, este fin de semana se han disputado amistosos entre equipos suecos en su país, además de en Estonia y Finlandia.
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