La Liga es un consuelo de gran tamaño, aunque no tanto como para ocultar la segunda eliminación consecutiva del Madrid en octavos de la Champions. Más cuando se anuncia un tiempo de austeridad que ya comienza a sonar a austericidio. De Europa se fue por dos errores insólitos, tremendos, impropios del personaje y de la competición, de Varane. Dos mazazos que pusieron la eliminatoria a años luz para un equipo que la había dejado medio perdida en Madrid, en tiempos más claros para la humanidad y más oscuros para el equipo blanco. Pero la noche de tinieblas del francés no debe echar humo sobre una plantilla que necesita profunda reforma. El territorio UEFA exige más nivel.
En la antigua normalidad, City y Madrid andarían amasando pasta en Miami o en Pekín, en partidos con más dinero que público, para gastarlo en mirlos blancos o skyblues antes de que acabara el mes. La nueva normalidad, que tiene un punto apocalíptico, trajo un partido gigante, en silencio, que al visitante le sonó a gloria, pasado de fecha y hora entre el equipo que más veces ha pisado la alfombra roja de la competición y otro, hecho de oro y marfil, que aún no ha puesto el pie en la cima.
El Madrid, que ha compensado fortificándose lo que Cristiano se llevó, optó por la solución más atrevida para ese puesto sin dueño en la derecha del ataque. Jugó Rodrygo, el más goleador de los aspirantes, un futbolista aún por hacer pero en el que se adivina chispa y remate. En la jugada del 1-1 le dio la razón a Zidane.
El City, en cierto modo, se vio atrapado entre el marcador de la ida y su instinto territorial. Le pudo este en la salida, con una defensa exageradamente adelantada, una presión que le llevó hasta la cocina del Madrid y un baile de atacantes para borrarle huellas al equipo de Zidane: Sterling a la derecha, Gabriel Jesús a la izquierda y Foden de nueve coyuntural.
Un gol en frío
Varane le dio la razón con un error monstruoso en la salida de pelota desde su área. Gabriel Jesús le limpió el balón y Sterling puso el remate a placer. Más plomo en la mochila de un Madrid que tuvo una salida ártica, como si aquello fuera la ida y se partiera de cero. Y un golpe tremendo para Varane, un huérfano sin Ramos, capitán en tierra.
A partir de ahí, el City metió el partido en el puño, con un extraordinario juego por dentro y los fogonazos de Sterling, uno de esos revoltosos que cuando entra al esprint invita a bajarse al refugio.
El Madrid tardó veinte minutos en taponar la herida y encadenar dos buenas ocasiones en un minuto. En ambas anduvo Hazard, para asistir a Benzema, cuyo derechazo adivinó Ederson, y para probar de lejos al brasileño. Ahí pareció coger el Madrid la ola buena. Kroos empezó a hacer más respirable el equipo y Modric pisó terrenos con más oportunidades. Le bastó para llegar al empate, en autopase y centro templadísimo de Rodrygo y cabezazo de Benzema, el único galáctico que aún queda en pie. Eso tienen el Madrid y Zidane, una enorme capacidad de supervivencia en esta competición reina. No se ganan trece orejonas sin el cuajo suficiente para salir de laberintos así.
Con la eliminatoria en distancia de tiro del Madrid se abrió el tercer acto de la primera mitad. Otra vez el viento soplando a favor del City aunque sin la intensidad inicial y el Madrid intentando colarse por la rendija de las bandas. Ahí estaba su mayor activo y también el punto flaco del City. Así que el peligro viajó de lado a lado a la velocidad de la luz. Courtois rechazó un remate de Cancelo y le regaló luego un balón a Foden, que disparó junto al palo. Benzema no cazó de lleno una volea que anulaba un fuera de juego previo. Y De Bruyne, un jugador extraordinario en muchas zonas del campo, bueno a la carrera y a balón parado, estuvo a un palmo del gol olímpico.
Varane, segunda parte
En la segunda mitad el Madrid arrancó a la primera, más activado y con un mejor plan. Llevó el juego de banda a banda ante un equipo que se protege mejor por el centro que por los costados, aunque también se vio desbordado en ocasiones. Casemiro estuvo inusualmente fuera de su garita y nadie pareció capaz de sujetar a De Bruyne, el general del City.
Cuando llegó la hora de la retaguardia (Asensio, Bernardo Silva...), el partido anda ya medio descosido. Benzema se procuró dos buenas ocasiones y Courtois salvó dos goles antes de que Varane le volase al Madrid el pie sano. En la noche más negra que se le recuerda a un central, falló en el primer balón llovido en una zona neutra y en el segundo intentó una cesión suicida a Courtois que le regaló el gol a Gabriel Jesús. Aquello liquidó al Madrid y paralizó a Zidane, que ni siquiera buscó la salida de emergencia con Isco o Vinicius. Para el arreón final reservó a jugadores que han dejado poco en los últimos tiempos: Lucas Vázquez, Valverde y Jovic. Quedaban ocho minutos y el multicambio fue cosmético. Europa le dio otro portazo al Madrid. El primero en las narices de Zidane.
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