Algunos músicos se están dando a conocer por una cuestión muy particular: no por su talento, sino por sus reproducciones falsas en Internet
Ni el regreso de una legendaria banda, ni el estreno de un esperado álbum, ni el cartel de un festival… probablemente la noticia que más causó revuelo en el mundo del rock fue la extraña saga de Jered Threatin y su gira europea ‘Breaking the World’ el pasado noviembre.
Como cientos de amantes del metal, el joven de Moberly, Missouri, decidió crear su propia banda y conquistar el mundo, tomó su apellido como grito de guerra, compuso canciones y grabó videos.
Su aventura no la diferenciaba del resto, pero tomó un giro inesperado cuando comenzó a crear disqueras, compañías y seguidores falsos con el fin de hacer que su grupo tuviera un éxito inmediato.
La capacidad de engañar de Jered fue tal que subió a YouTube varios videos de supuestos seguidores que grababan en el corazón del mosh pit de uno de sus conciertos (al final se descubrió que utilizó el video de otra banda y le colocó de fondo una de sus canciones).
La gran ilusión engañó a varios promotores, que organizaron el infame tour europeo, al cual no se presentó ni una persona. El gran fracaso rebeló todos los pasos que Jered había hecho para construir el inexistente éxito de Threatin, la gravedad del fraude se vio potenciada cuando se reveló que los mismos músicos que lo acompañaron no tenían idea de que todo se trataba de una construcción.
FAMA DIGITAL
Hace unos días tuve la oportunidad de platicar con Ricardo Flores “El Abulón” , y comentó algo muy interesante sobre este tema. Estamos en un mundo donde las listas de Spotify y las reproducciones digitales indican quién será la nueva estrella, una especie de evolución de la payola.
Se trata de una industria donde existen artistas con la capacidad de ofrecer cifras de alcanzan los millones, pero que no tienen la capacidad de llenar un concierto. Por esta razón “El Abulón” en su nuevo proyecto decidió tomar una vía más tradicional; pero el hecho es que estamos ante una generacional musical que ha borrado la división entre la realidad y lo digital.
Parecería que el ejemplo más extremo de esta cuestión es el de Jered, pero hace unas semanas el mundo del hip hop acaba de tener un caso mucho más serio.
El líder de Threatin tuvo que enfrentar algunas demandas por los costos que implicó su tour del fracaso; no obstante, estos conflictos legales se quedan cortos cuando se toma en cuenta que Chad Arrington gastó más de 4 millones de dólares para construir una carrera musical ficticia.
Su nombre era “Chad Focus“, tenía espectaculares en Times Square, 4 millones de vistas en YouTube, más de 180 mil seguidores en Instagram y joyería que, según Daily Beast, estaba valuada en 65 mil dólares. Si no se supiera la verdad se creería que se trataba de un rapero exitoso, pero la realidad es que todo su imperio lo compró, desde los seguidores hasta las vistas de sus videos. La necesidad por tocar la fama llegó a tal grado que él mismo pagó 125 mil dólares en boletos para sus propios conciertos.
Todo su dinero vino de la compañía en la que trabajaba, falsificando estados de cuenta y jugando ilegalmente con el crédito de la empresa; razón por la cual Chad ahora está enfrentando a la autoridad por su infinidad de fraudes.
Tanto Chad como Jered fracasaron por su falta de dinero y de talento, pero son casos que muestran lo relativa que es esta fama digital. Diariamente vemos a nuevos artistas que presumen millones de reproducciones en las plataformas digitales y anuncian su éxito a los cuatro vientos por sus grandes números en redes sociales, ¿cuántos de ellos solamente son populares con los bots?
Con información de Playboy.com
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