Cientos de rescatistas buscaban el lunes a sobrevivientes de los deslizamientos de tierra y de las inundaciones que cobraron la vida de al menos 36 personas a lo largo de la costa del estado de Sao Paulo, en el sur de Brasil, luego de un fuerte aguacero el fin de semana.
La zona más afectada fue la ciudad de Sao Sebastiao, donde murieron al menos 35 personas. En la vecina Ubatuba falleció una niña de 7 años. El desastre, en una zona famosa por sus playas flanqueadas por montañas, provocó la cancelación de las festividades del Carnaval en varias ciudades.
El gobernador Tarcisio de Freitas dijo a la cadena de televisión Globo que otras 40 personas estaban desaparecidas. Alrededor de 800 personas se quedaron sin hogar y unas 1.730 han sido desplazadas, informó el gobierno estatal en un comunicado.
Las imágenes de televisión mostraban casas inundadas en las que solamente se veía el tejado. Los residentes usaron botes pequeños para trasladar artículos y personas a zonas elevadas.
Una mujer que sólo proporcionó su nombre de pila, Malisa, dijo que ella, su esposo, su hija y su nieto apenas lograron escapar cuando un alud destruyó su casa en el municipio de Juquehy, en Sao Sebastiao. La vivienda quedó parcialmente cubierta, parte de ella se derrumbó y el resto quedó precariamente situado en el borde de una colina.
“Fue muy rápido. O huyes o mueres”, señaló. "No es posible llevarse nada, sólo tu vida, que es lo más importante”.
Elementos de las fuerzas armadas se sumaron a las tareas de búsqueda y rescate, aunque el acceso a muchas áreas fue complicado por los deslizamientos de tierra que bloquearon caminos en las tierras altas de la región y por las inundaciones que destruyeron el pavimento en áreas bajas y frente al mar.
“Nuestros equipos de rescate no consiguen llegar a varios lugares; es una situación caótica”, declaró Felipe Augusto, alcalde de Sao Sebastiao, la noche del domingo en las redes sociales.
Añadió que alrededor de 50 casas se derrumbaron en la ciudad debido a los aludes, y publicó en redes sociales varios videos de las labores de rescate y de la destrucción en su ciudad, incluido uno de un bebé que era rescatado por los habitantes en una calle inundada.
La carretera que conecta el estado de Río de Janeiro con la ciudad portuaria de Santos, en Sao Paulo, quedó bloqueada por aludes e inundaciones. El gobernador De Freitas señaló que los daños eran tan extensos que es posible que la autopista ya no exista.
Las lluvias en Sao Sebastiao habían superado los 600 milímetros (23,6 pulgadas) durante un periodo de 24 horas durante el fin de semana.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva visitó la región el lunes. Observó los daños en Sao Sebastiao desde un helicóptero y se reunió con el gobernador De Freitas en el teatro de la ciudad, donde se coordinaban los operativos de búsqueda.
Lula pidió a la gente que vive en zona de ladera que se traslade a regiones más seguras. “De vez en cuando la naturaleza nos da una sorpresa, pero también muchas veces desafiamos a la naturaleza”, señaló Lula en declaraciones a la prensa en Sao Sebastiao.
De Freitas declaró estado de emergencia para las ciudades más afectadas, incluyendo Sao Sebastiao, Ubatuba, Ilhabela y Bertioga, lo que permite una distribución acelerada de fondos para ayuda. Señaló que ya se han entregado 7 millones de reales (1,35 millones de dólares). El lunes, el gobernador también declaró tres días de luto oficial en todo el estado de Sao Paulo.
Las fuertes lluvias afectaron los servicios de agua potable, electricidad y teléfono, según un comunicado del gobierno estatal, que publicó en Twitter un video que muestra el transporte de 30.000 litros de agua a Sao Sebastiao. También se han enviado artículos de higiene, mantas, sacos para dormir, colchones y material médico.
El ministro de Integración y Desarrollo Regional, Waldez Góes, tuiteó que los expertos ya estaban revisando planes de reconstrucción. “En los próximos días trabajaremos en la reconstrucción de puentes, edificios públicos, unidades habitacionales y toda la infraestructura pública afectada”, señaló.
La zona afectada, en la costa norte del estado de Sao Paulo, es un destino frecuente del Carnaval para turistas adinerados que prefieren mantenerse alejados de las fiestas callejeras multitudinarias de las grandes ciudades.
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