El hallazgo de las estructuras neurológicas de estos organismos primitivos podría arrojar nueva luz sobre la evolución de las arañas, los alacranes o los cangrejos herradura.
Investigadores de la Universidad de Harvard (EE.UU.) han descubierto dos excepcionales fósiles de 508 millones de años que conservan tejido nervioso y estructuras internas, un extraordinario hallazgo que podría ayudar a los científicos a explicar la historia evolutiva de los quelicerados actuales, un grupo de animales al que pertenecen las arañas, los escorpiones o los cangrejos herradura.
Los restos de 'Mollisonia symmetrica', descubiertos en 2012 en un yacimiento tipo Burgess en Columbia Británica (Canadá), son considerados como una rareza ya que, a pesar de pertenecer a una especie que habitó la Tierra durante la Explosión Cámbrica, aún conservan estructuras neurológicas por debajo del sistema digestivo, los delicados nervios ópticos, un par de ojos laterales, así como masa cerebral y el cordón nervioso ventral.
Debido al pequeño tamaño de los ejemplares (uno mide 13 milímetros de largo y el otro siete), así como a la escasez de registros fósiles de esta naturaleza, los investigadores no pudieron conseguir imágenes con la calidad necesaria para reorganizar con total precisión los tejidos nerviosos; no obstante, las características reconocibles pudieron ser comparadas con las de los artrópodos quelicerados.
Los resultados obtenidos sugieren que los quelicerados presentan características ancestrales de 'M. symmetrica' respecto a la anatomía apendicular, mientras que la organización de sus estructuras neurológicas es más cercana a la de otro grupo de animales cámbricos conocido como Megacheira, otro posible ancestro de los animales contemporáneos.
En este sentido, los investigadores han propuesto que el conflicto entre las señales filogenéticas proporcionadas por los datos neuroanatómicos y apendiculares podrían ser un indicio de la evolución en mosaico en el linaje troncal de los quelicerados. Sin embargo, Javier Ortega Hernández, caoutor de la investigación, publicada recientemente en Nature, aseguró que será necesario continuar con las investigaciones para poder mapear por completo el sistema nervioso de los fósiles
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